28.8.11

La calle de los muertos: capítulo Pilot 00

Cuando Jerónimo y Rocío salieron de casa, Víctor y Julián ya estaban esperándolos en el bar de la Alameda. Era el lugar donde se reunía la gente desde hacía generaciones. De hecho conservaba el mismo suelo, la misma cafetera, las mismas manchas de aceite condensado en el techo, las mismas colillas y el mismo olor a tabaco negro, las mismas sillas y la misma gente que hacía cien o doscientos años.
Pero hacen las mejores bravas de los alrededores, con un all-i-oli de un amarillo radioactivo y casero al cien por cien que hace a sus patatas únicas. Además, Ramiro había sido convencido por la cervecera de la zona para colocar unas sillas, mesas y sombrillas, totalmente nuevas, totalmente gratis, y con el diseño de la cerveza Turia impreso por todas partes.

-No me fío de estos fills de puta ni un pelo. Recuerda esto que te voy a decir hijo; “Nadie da nada gratis, NA-DI-E” Bramó Ramiro refiriéndose al regalo.

El Casinet lucía su nueva terraza de la misma manera que lo hace un cincuentón en su primera cita, diez años después de que lo abandonase su mujer por puro aburrimiento. Emocionado y rejuvenecido.

Víctor y Julián habían pedido dos tercios y Ramiro los obsequió con unos cacaos y unos tramussos.
-Joder macho, que estrenas terracita, ya podrías estirarte un poquito y poner una tapita de jamón como en L’Antiga. Dijo Julián.
-Ya querría el desgraciaó ese tener una terraeta como la mía. Además, si queréis una tapa de jamón la pagáis, si la queréis gratis os vais al barucho ese, y si no pues os vais a fer la mà y en pauGruño Ramiro, medio en broma, medio en serio.
-Tranquilo hombre que los cacaos están de muerte. Le replicó Víctor con cierta mala leche.
-Bueno va, dejaos de monsergas y decidme ¿cuántos sois para cenar?
-Pues somos cuatro, aunque Jero y Rocío se están retrasando más de la cuenta.
-¿Qué Rosío? ¿La filla del Flaco?
Preguntó interesadísimo Ramiro.
-Y ¿a ti qué te importará, farol? ¿Por qué no nos traes dos cervecitas más y una tapa de jamón…gratis? Dijo Julián.

Ramiro les sonrió con la confianza que le daba el de toda la vida conocerlos y solamente les soltó una mirada cómplice y un fills de puta.

Al cuarto de hora llegaron Rocío y Jerónimo, oliendo ella a Agua de Rosas y él a colonia barata de Mercadona. Se saludaron, y dejando un margen prudencial, les tomó nota Ramiro.

Tomaron un plato de bravas, pan tostado con all-i-oli, una ensalada valenciana, unos calamares, esgarraet casero, mandonguilles d’abaecho y tellinas de Las Arenas. Todo por recomendación del maître, a excepción, claro está, de las bravas y el pan tostado, que era de obligada ingesta en una cena en el Casinet.

Prosiguió la noche sin pena ni gloria. Todo muy cordial. Alguna gracia de Julián y la sonrisa del camarero cada vez que miraba a Rocío y el por todos consabido comentario del celoso de Jerónimo.
-Si te vuelve a sonreír cuando pase se lo voy a explicar al viejo imbécil ese.
-Tú no vas a explicar nada a nadie ¿te enteras? No hagas ni caso por favor, que es amigo de mi padre…

Víctor y Julián agachaban la cabeza cada vez que emergían los achares de Jero.

En un momento dado, habiendo acabado ya con la vitualla, Jero se levantó para ir al baño, y Julián le cortó el paso y le advirtió con el dedo índice:
-Déjalo en paz, no ves que no lo hace con ninguna maldad. Mantén la compostura ¿vale?

Jota afirmó con la cabeza reconociendo la autoridad de Julián, por su mayor experiencia y sensatez en situaciones complejas, pese a ser el más salvaje y cachondo de todos ellos.
Entró hacia los servicios sin ni siquiera dirigir la mirada a la barra. Antes que entrase, llamó la mujer de Julián. Y el duro Julián agachó las orejas cual cachorro asustado, haciendo el gesto con las dos palmas abiertas, bajando los dedos a media altura.

Víctor y Rocío se rieron. El tipo cogió su teléfono y se alejó unos metros con una dulce voz de complicidad.
-Está hecho un idiota este Juliándijo Víctor mientras sonreía.
-¡Qué va! Es un buen tío. Su mujer está loca por él, y él lo está por su mujer ¿no? Aunque esté haciendo ahora el tonto. Mientras miraba cómo Julián caminaba despacio, desorientado, dándoles pequeños puntapiés a los arbustos, y ladeando sensiblemente la cabeza hacia el lugar en el que se colocaba el móvil.
Víctor afirmaba repetidas veces al mismo tiempo que le daba un trago a su cerveza, confirmando el amor que ambos se profesaban.
Estaba celosa. No, no lo estaba. Estaba feliz por ver cómo sí era posible amar y ser amada sin complicaciones banales y estúpidas.

Tras unos segundos de silencio le preguntó Víctor:
-¿Estás bien?
Y ella instintivamente, sin ni siquiera pensarlo…
-¡Pues no, no lo ves!

Víctor Bajó los ojos avergonzado, como si fuese culpable por simplemente haber preguntado.
-Perdona Vic, perdona. Mientras le rozaba la mano con la punta de sus dedos.

Y Víctor no la apartó. Y Rocío no la apartó. Y se creó el vacío en la terraza del Casinet. Y se paró el tiempo. Para ellos fueron horas, para el resto décimas de segundo.



Los dos se despertaron con el golpe que dio Julián en una de las patas de la nueva mesa. Disimuladamente.

En la puerta del bar de la Alameda, y mirando fijamente a la terraza, estaba, con los ojos entornados y temblorosos, con los hombros caídos y los brazos derrotados, Jerónimo. Los malditos celos le revoloteaban el alma.

Para él fueron horas, para el resto décimas de segundo…




Izzra.


All-i-oli: El alioli (del valenciano, 'ajo y aceite') Salsa típica de la gastronomía mediterránea formada por la emulsión de aceite de oliva y ajo.
Fills de puta: (del valenciano) Hijos de puta.
Cacaos: cacahuete.(Del nahua cacáhuatl)
Tramussos: (del valenciano) es una especie leguminosa.
Terraeta: (del valenciano) terracita.
a fer la mà y en pau: (del valenciano) Algo que incomoda, que molesta. Dar una cosa por acabada.
Esgarraet: (del valenciano, desgarrado en castellano) Ensalada típica valenciana hecha con pimiento rojo asado, bacalao en salazón, ajos y aceite de oliva.
Mandonguilles d’abaecho: (del valenciano) albóndigas de bacalao.

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